Dejamos atrás un periodo de gran esfuerzo
y grandes aprendizajes, en el que hemos trabajado duramente, en el que el eje
seguridad/inseguridad ha estado muy presente, con unas normas muy rígidas. Hemos
tenido tiempo y oportunidad para añorar, mientras nos veíamos limitados a
movimientos en nuestro espacio reducido. También ha sido momento de tomar consciencia
y valorar lo que es nuestro hogar y cómo
nos nutrimos.
Este
2021 trae una energía de cambios, de sorpresas, de curiosidad, y de ganas de
libertad. Este año todo nos sabrá a poco, querremos cuantas más experiencias,
mejor.

Este
año vamos a tener una mayor energía, que nos dará impulso para los cambios,
cambios que se presentan, cambios que se buscan, cambios que se desean, cambios
sorpresivos…cambios.
Esta
energía extra fácilmente la viviremos como impulsividad, sentiremos el impulso
irrefrenable de cambiar de rumbo, de cambiar las cosas, liberarnos y en el
mejor y más sabio de los casos, de cambiarnos nosotr@s mism@s, aunque los
cambios no tienen por qué ser fáciles.
Entre
tanto cambio saldrán oportunidades, que podemos aprovechar, porque además
contaremos con energía para llevar a cabo proyectos, mucho mas si son nuevos y suponen
un aire fresco en nuestra vida. El mayor inconveniente que tenemos a este respecto
es que la propia energía de este año nos puede hacer inconstantes, cambiantes y
que perdamos nuestro foco de atención por aburrimiento o porque volvamos a
sentir ese impulso de cambiar o surja otra oportunidad más atrayente.
Había
una vez un campesino que trabajaba la tierra duramente con su hijo. Un día el
hijo le dijo:
-
¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.
-
¿Por qué le llamas desgracia? - respondió el padre – ya veremos…
A
los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
-
¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho - Nuestro caballo ha traído
otro caballo.
-
¿Por qué le llamas suerte? - repuso el padre – Ya veremos...
En
unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no
acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo.
El
muchacho se rompió una pierna. - ¡Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el
muchacho - ¡Me he roto la pierna!
Y el
padre dijo: - ¿Por qué le llamas desgracia? Ya veremos…
Pocos
días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para
llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al
joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
Este cuento podría ser el
ejemplo de la naturaleza de este año y sus cambios, consecuencias inesperadas,
vivamos las experiencias sin expectativas.

Parece evidente que para
navegar con tantos cambios se requiere de flexibilidad y fluidez como el junco,
si nos mantenemos rígidos, nos quebraremos como el roble.

El mayor reto general de
este año es dirigir nuestra energía hacia la realización de nuestros sueños sin
perder nuestro foco por dispersarnos.
Esta es la energía general
del año, cada cual la viviremos con matices según nuestra propia esencia,
dones, herramientas, retos y aprendizajes.
FELIZ AÑO NUEVO